Estoy lleno de sospechas acerca del Presidente y Vice-Presidente de la Asamblea Constituyente, ambos miembros de la mafia serrana, Acosta viste como un populista y Cordero de saco y corbata. Actuan como que son los que dan las ordenes, ¿es Correa un subordinado?.
Aunque no se trate de nada que no se sepa de antiguo, ha resultado algo descarnada la genuflexa prostitución política con que han resuelto los primeros actos de la Asamblea Constituyente, retratados ante la nación entera con los pantalones de la dignidad bajados por Chávez y su dinero.
SABEMOS, aunque a menudo finjamos ignorarlo, que en política todo tiene un precio, y las más de las veces nos conformamos con que nuestros representantes nos oculten pudorosamente la procaz compraventa de decisiones y se tomen la molestia de disimular u ocultarse en el crudo momento del toma y daca.
Falta por saber cuánto ha costado el voto de los tránsfugas, que acabaron a la postre por decidir la escaramuza. El transfuguismo mercenario es uno de los abusos más deshonestos posibles del mandato representativo, que convierte la sagrada libertad decisoria del elegido en una herramienta para incrementar su cotización en la bolsa de los favores.
Si no queremos atribuir el comportamiento de Acosta y Correa a morbosidades físicas o desequilibrios psíquicos tales como resentimientos o fanatismos irracionales, ¡qué difícil es comprender el mecanismo anímico que impulsa a sus actos.
Cultivan amorosamente las relaciones con dictaduras comunistas o filocomunistas en Iberoamérica. La diplomacia ecuatoriana se ha convertido en la defensora más vehemente del régimen totalitario de Chávez.
La Asamblea Constituyente con una reforma que ha impuesto a rajatabla, acaba de dar el golpe de gracia a la democracia y al Estado de Derecho en Ecuador.
Según la nueva Constitución, Correa, Acosta y sus sicarios asumen prácticamente la totalidad de poderes y pretenden ejercer este poder indefinidamente, lo cual contradice manifiestamente a una concepción liberal y democrática.
Si Correa y Acosta tuviesen gallardía explicarían a los ciudadanos que los eligieron a cambio de qué se han apoderado del país. Y que nadie se crea que han considerado el honor de la libertad.
Diciendo todo esto ahora, entiendo más el odio que sienten por Guayaquil. Tiene toques regionales, más las frustaciones del traidor guayaquileño Correa.
¿Quien es Acosta, cual es su curriculum, donde estaba escondido?
Esperemos la muerte de la fiera disfrazado de Comandante y el resultado en contra de Chávez.
Carlos Febres-Cordero Romero
domingo, 19 de septiembre de 2010
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