Rafael Correa podría aprender mucho en su próxima reunión con José Mujica. Ojalá
hablen de los medios, la prensa y esas cosas que tanto molestan a Correa.
Sería bueno que nuestro Presidente, tal vez queriendo ganarse la simpatía del ex
guerrillero y hoy presidente de Uruguay, se queje de los medios ecuatorianos y
le cuente cómo los enfrenta a diario. Le contaría que ha logrado, por ejemplo,
deshacerse de los dos principales periodistas opositores en TV. Y cómo logró que
los banqueros no puedan tener medios, pero que el Gobierno sí tenga varios
bancos y cada vez más medios. Y cómo con la nueva ley controlará aún más a los
canales de TV y diarios.
Mujica escucharía a Correa. Pero lo sorprendería diciéndole lo que hace poco
dijo a la revista Veja de Brasil. Rafael, la mejor ley de prensa es la que no
existe. Mira, Rafico, te doy un consejo, cuando un gobierno se muestra más
tolerante con la diversidad, ayuda a formar una prensa respetuosa, pero si opta
por radicalizar sus políticas, se va todo al diablo.
Imagino la cara de Correa. No comprendería cómo un revolucionario, ex
guerrillero, promueve la libertad total para la prensa. No entendería por qué un
socialista como Mujica no querría controlar a los medios, ponerlos en su lugar,
mostrarles quién tiene el poder.
Pero Correa no se daría por vencido así nomás. Y cambiaría a otros temas que
seguro compartiría con el líder uruguayo, a quien una vez calificó con
admiración como el Mandela sudamericano. Le contaría, por ejemplo, de sus
empresas socialistas, los nuevos canales y diarios públicos, los nuevos
ministerios, y todo lo que su Gobierno no el sector privado maneja de forma
altiva y soberana para el bien de los ecuatorianos. Pero Mujica replicaría con
algo que también dijo en su entrevista: la estatización es una solución
abandonada, una receta perfecta para desarrollar una burocracia opresora.
Correa entonces insistiría en los aciertos de su Gobierno, hablando del gran
gasto social, los nuevos programas, y ese presupuesto generoso que en parte
cubrirá con miles de dólares en préstamos chinos y de los afiliados del seguro
social. Y Mujica continuaría: equilibrio fiscal, mantener una economía austera
y no jugar con la inflación son factores que ya no pueden estar en discusión
ni por la izquierda ni por la derecha o el centro. El crecimiento económico es
una condición sine qua non para la distribución de la riqueza.
Correa no podría escuchar más al presidente uruguayo. No soportaría esas ideas
salidas de un socialista. Mejor me voy donde mi colega economista Dilma
Rousseff, la próxima presidenta brasilera del Partido de los Trabajadores. Con
ella seguro nos entenderemos mejor. Pero Dilma lo recibiría diciéndole lo que ha
dicho en su país: Defiendo la total e irrestricta libertad de prensa
esa
libertad es la única alternativa al silencio de las dictaduras.
Desorientado por tanta blasfemia salida de colegas socialistas, Correa recurría
a una tranquilizante dosis de eco autoritario y tercermundista. Viajaría a
Venezuela, Argentina o Bolivia, para ahí sí despotricar contra la prensa y
aprender nuevas estrategias para controlar la información.
Ojalá Correa escuche y aprenda de las nuevas voces socialistas. Suenan mejor.
jueves, 6 de enero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario